lunes, 3 de marzo de 2014

No me gusta esto de los correos electrónicos. Echo de menos el recibir cartas. De niño recuerdo la ilusión que me producía abrir el buzón de casa y encontrármelo lleno de correspondencia. Cartas de Sudáfrica. Revistas de Sudáfrica. Veamos, una... no, dos cartas de tia Maureen... una revista Huisgenoot y una más... el suplemento del Times, el Sunday Times. ¡Que bien! Una vez dentro de casa, distrubuía la correspondencia a mi antojo. Para mamá una de las cartas y el Huisgenoot. Yo el Sunday Times y la otra carta de Maureen, pues ponía "Jaume and Jordi Saladrigas Cussons".
Lo de recibir correo de ultramar lo recuerdo como algo que sólo ocurria en sábado. No sé porqué pero era el único día de la semana que nos llegaba correspondencia del extranjero. Si el día era soleado me tumbaba a leer en el jardín. En caso de lluvia, me iba a mi cuarto y me tumbaba en la cama o si no había nadie, en el mullido sofá de piel negra del living. Las cartas que recibíamos de la familia en Sudáfrica venían en unos sobres azul claro y con una cenefa en los bordes en rojo y azul. Los sellos mostraban dibujos muy bonitos de fauna autóctona: colibries, flamencos, girafas, elefantes. A veces eran de flores espectaculares, proteas, estrilitzias, hibiscus. Y de vez en cuando paisajes. En una esquina del sobre había otro sello que decía "luftpoos - via air mail". El papel también era especial, muy suave y fino. Casi transparente. Había que ir con cuidado porque los folios de finos que eran costaba separarlos y uno corría el riesgo de rasgarlos. La tia Maureen tenía una caligrafía clara, de letra muy pequeña y de líneas rectas.
El contenido de las cartas no lo recuerdo pero el mero hecho de recibirlas y poder leer sobre lo las vivencias de mis lejanos familiares en África, era algo extraordinario. Probablemente no hubiera nada de extraordinario en lo que me contaban, asuntos domésticos que poco o nada se diferenciban a los que experimentaban otras familias, pero yo no reparaba en eso. Todo lo que me explicaban era mágico para mi.
Hoy ya nadie escribe cartas.

1 comentario:

Brigitte Hansmann dijo...

Además te las puedes guardar y leerlos veinte años más tarde, si las encuentras por casualidad haciendo limpieza o porque las buscas en un ataque de nostalgia. Los correos electrónicos, ya me dirás, es imposible que te los encuentres por casualidad abriendo un cajón o una caja escondida en un desvan...